jueves, 11 de noviembre de 2010

Sahara!

Tal día como ayer hizo un mes de nuestra llegada a Libia. Un mes que ha pasado bastante rápido. Una vez que le pillas el ritmo al día a día, los días se pasan sin apenas darse cuenta. Aunque no hay grandes planes dentro de la ciudad, hay pocos días en los que no tengamos nada que hacer. Y el pasado fin de semana ya hemos visitado unos de los sitios a ver por obligación. Para qué nos vamos a engañar, lo mejor de Libia, y aun a falta de ver más zonas del país, es el Sahara.



Para allá nos fuimos en un viaje express de 3 días, ya que un chaval volvía a España este lunes y no había visto todavía el desierto. Salida de la oficina con la maleta para coger un avión hacia Sebha. Libia es un país bastante grande, lo que hace que las distancias sean algo impracticables por carretera. Si a esto le sumamos que las carreteras son 100% monótonas, atravesando zonas desérticas sin apenas curvas... convierten al avión en la mejor opción.



Llegada ya de noche a la ciudad, la cual no tiene nada especial. Sólo me llamó la atención un castillo de la época de ocupación italiana bastante chulo. Eso sí: el castillo es ahora una base militar, así que mejor olvidarse de hacerle fotos. Así que directamente nos llevaron al hotel, donde cenamos y echamos unas partidas al ping-pong y al billar. Y digo nos llevaron porque para ir al Sahara tienes que contratarlo con una agencia, ya que no puedes ir por tu cuenta. Directamente está prohibido (por seguridad más que nada). Si alguien se anima a intentarlo los numerosos controles policiales en las carreteras le echarán para atrás...



A la mañana siguiente, pequeño madrugón para salir a las 8 hacia el mar de arena de Ubari. Tras una hora y pico de zonas desérticas, llegada a un campamento justo en el principio del mar. ¿Primera impresión? GUAU. Flipante. El plan para el día fue visitar los lagos de la zona. Así que para allá que partimos. ¿Cómo? Con un 4x4 a través de las dunas. Íbamos acompañados por un conductor Tuareg y por nuestro guía (de Sebha). El subir dunas a toda pastilla y bajarlas sin prácticamente ver la caída que viene tras la cresta no tiene precio.


Grupo de Tuaregs: querían fotos con nosotros y cachondeo. Según ellos yo era Iniesta!


El primer lago que visitamos fue el de Mavo, el cual destaca por el mercado de plata que tienen montado los Tuaregs. Si bien en Libia el regateo está incluso mal visto, los Tuaregs son la excepción que confirma la regla... ¡Cómo regateaban los jodios! La verdad es que se merecía que les compraras y los precios no eran nada caros. Es de admirar la vida de alguien que vive en el desierto y, actualmente, la venta de artesanía a los turistas es una de sus principales fuentes de ingreso.


En el primer lago.


El segundo lago fue el de Gebraoun y es el más grande todos. Allí hicimos una parada más larga y varias cosas. En primer lugar nos pusimos el bañador y nos dimos un baño en el agua extra-salada del lago. ¡Ahí no flotar era una tarea harto difícil! Era tanta la concentración de sal que al salir y secarnos al sol parecíamos prácticamente albinos de la capa de sal pegada a la piel.

Tras el baño y una buena ducha con agua dulce sacada en cubos de un pozo, llegó la hora de comer. El menú: cous cous y pollo. Y dicho menú puede hacerse extensible para la cena y la comida del día siguiente...

Mercado de plata.


Después de comer y reposar un rato tocó irse a esquiar. ¡En serio! La dunas son esquiables y, aunque según dicen no es tan rápido que la nieve (nunca he esquiado), la sensación de la caída es buenísima. Lo dicho: alquilamos dos pares de esquís y una tabla de surf y para la cresta de la duna que fuimos en 4x4. Primera bajada y hostia de rigor, pero pasa demasiado rápido. Así que quise volver a intentarlo. Reto a cualquiera a subir por una duna a pleno son con dos esquís y dos bastones. ¡Un auténtico infierno! A duras penas y tras varias paradas llegué a una distancia aceptable para volver a tirarme, esta vez sin caída y con un estilo pooofesional. Pero la última: cualquier vuelve a subir a patita.




A la vuelta a la zona donde teníamos el 4x4 nos encontramos con un grupo de Tuaregs que estaban de barbacoa, y nos invitaron a comer o beber algo. Aunque Xavi y Jose María siguieron adelante, a mi me pareció que podrían ofenderse si rechazáramos su invitación (así me lo habían contado), así que acepté un trozo de pechuga a la brasa (ñam!) y una coca-cola. Uno de ellos chapurreaba el inglés, y me comentaron que venían de la zona de Murzuk (== más mares de arena).



Tras charlar un rato, partida al tercer lago. Bajo mi punto de vista era el más bonito, ya que era más alargado y justo pillamos el sol reflejando a lo largo del lago. Se llama Umm al-Maa y es la portada de la guía Lonely Planet de Libia. Allí había más Tuaregs, y un par de ellos estaban jugando a una especie de Ajedrez en la arena pero con reglas incomprensibles. 

Tercer lago, creo que el más bonito.


También fuimos después a otro lago que, por desgracia, ya está seco. Según comenta la guía Lonely el color de sus aguas variaba según el momento del día y el reflejo del sol. Una lástima. Aunque quizá como comentó Jose eso lo ponen para que te joda más... Ahí otro grupo de Tuaregs nos invitaron a té. Muy buena gente, la verdad.

Cañeja en el campamento base.


Regreso a la zona de dunas junto al campamento para ver la puesta de sol. Había alguna nube suelta, así que lo que perdimos en espectacularidad en el momento de que el sol se oculta lo ganamos en los reflejos del sol entre las nubes. Ahí tuvimos tiempo de reflexionar (el Sahara y su silencio ayuda a ello), de ver la composición de la arena (cristales minúsculos) y de hacer el indio un rato entre saltos y piruetas.


Tras la puesta de sol cena, unas Becks (sin alcohol por supuesto) y escapada a las dunas de nuevo para ver el increíble cielo estrellado. Todo totalmente en silencio. En serio: de esos momentos que quedan grabados. Cuando ya la rasca empezó a ser considerable, vuelta al campamento y, tras estar un rato hablando, a dormir pronto (no había nada mejor que hacer y cenamos a las 19.30). 

Al día siguiente tocaba ver el desierto pero desde otra faceta, la de uno de sus habitantes ya extintos: el pueblo Garamanta. Para ello nos dirigimos a los aledaños de Germa. En primer lugar visitamos un museo con una muestra arqueológica de los restos la zona y también del resto de Libia (Murzuk, las pinturas rupestres, etc.). Llamaba la atención una momia de un garamanta, en concreto de un niño en posición fetal. Lástima que no se pudieran hacer fotos. 

Tras completar la visita partimos a una zona donde habían bastantes tumbas garamantas. Para hacernos una idea son de forma similar a las egipcias, muchísimo más pequeñas y con una base. Para muestra, una foto: 

Tumbas garamantas.


A continuación parada rápida en el que se dice que es el mejor resto del pueblo garamanta: uno de sus templos. Se ve poca cosa la verdad...

Templo garamanta... junto a nuestro conductor Tuareg.


Para finalizar el repaso a los garamantas qué menos que ir a su ciudad: Garama. Debió ser un pueblo bastante numeroso porque la ciudad es muy grande. Está en muy mal estado, pero aún así se aprecia la organización de la ciudad con las distintas calles, la organización de las casas, el castillo (palacio)...



He de decir que me impresionó y me gustó bastante. Todo absolutamente en silencio mientras, cámara en mano, intentábamos pillar la mejor perspectiva para hacer una foto. 

Destacar que en la época de ocupación italiana se llevaron a cabo trabajos de excavación de las ruinas, pero ahora están totalmente parados y se ve a lo largo de todas las ruinas distintas vías y vagonetas oxidadas. Una lástima, porque deben haber grandes tesoros. Sin ir más lejos a lo largo de toda la ciudad, y especialmente en una especie de hoyos que hacían las veces de tumbas, era fácil vislumbrar un fémur o un peroné sobresaliendo de la tierra. Con eso lo digo todo. 




Tras todo esto y sin esperárnoslo demasiado terminamos el viaje haciendo parada en un campamento. Pero un campamento especial, ya era medio zoo: tenía muchos animales en distintas jaulas. Había desde cobayas a un buitre, pasando por avestruces, cabras montesas, monos, serpientes y zorros del desierto (menudas orejas!). También había una especie que nunca habíamos visto (y que no sabemos ni el nombre) y que era una mezcla entre rata, conejo y castor, pero de tierra... menudo se comían los dátiles que les dábamos. Así estaban los jodios...

¿Alguien sabe qué son?

Después de entretenernos un rato con los animales vuelta a Sebha y de ahí por avión a Trípoli, poniendo broche final a un fin de semana para recordar. Nos ha ayudado a ver que en Libia hay algo más aparte de una ciudad caótica. Hay otra forma de vida en una tierra difícil como es el desierto. Los Tuaregs me han fascinado...




Y aquí estamos, en Trípoli con una tormenta de arena totalmente increíble. Peor que la que vivimos para el día de la Constitución. Está todo el piso con un dedo de polvo, desde el suelo del baño a la mesa de cristal. Así es tontería limpiar. ¡Pareciese que el Sáhara se hubiera venido con nosotros a Trípoli!

7 comentarios:

  1. Lo has conseguido, Raúl. Has hecho que viajemos por el desierto con tus descripciones y sintamos la magia de su inmensidad y su quietud.
    Pero no quiero imaginar la cantidad de arena que llevarías dentro de las zapatillas al llegar al piso.
    Qué suerte tienes pudiendo disfrutar experiencias como la vivida el pasado fin de semana. Por cierto, ten cuidado con el sol, no te afecte a la memoria: la Constitución es el próximo dia 6 (Ya sabemos que querías decir "día de la Hispanidad")
    Chao, campeón. Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja cierto! ;)

    En cuanto a lo de las zapatillas ni te lo puedes imaginar. Tenía 50 gramos de arena por zapatilla, 15 gramos por bolsillo y 1 gramo por oreja. Todo cantidades aproximadas! :D

    ResponderEliminar
  3. No se si lo has puesto ya pero el precio de la gasolina ahí es de risa ¿no? Me contó un amigo que tienen una carretera en el desierto de más de 1000 kms que la iluminan quemando petroleo. No se si seguirá así la cosa.

    ResponderEliminar
  4. El precio es totalmente de risa: unos 12 céntimos de euro por litro. El litro de agua está más caro! xD

    Eso sí: lo de la carretera iluminada con petroleo no lo he oído, pero me suena a exageración ^^

    ResponderEliminar
  5. Chapó Raúl, con esta entrada has conseguido, como bien ha dicho el tío, que viajemos contigo al Sahara y disfrutemos, al menos imaginándolo, de todo lo que viviste tú el fin de semana pasado.

    Espero que para tu próximo viaje nos sorprendas con otra entrada como esta y que podamos seguir disfrutando contigo de todos esos lugares que visitas.

    Un besazo muy grande, hermanito! ;)

    ResponderEliminar
  6. Una experiencia espectacular. La entrada genial y las fotos buenísimas. Enhorabuena y que tengas muchas más excursiones de este palo.

    ResponderEliminar
  7. Que buena entrada y que impresionante tiene que ser el sahara

    ResponderEliminar