martes, 21 de diciembre de 2010

Puente de la constitución (parte 2): Siria...

Aquí me encuentro, con un año más a mis espaldas. Ayer cumplí 24 en un día de despedidas, pues los dos becarios COMEX me abandonaban, uno para siempre y el otro por navidad.

Aprovecho la tranqulidad de estos días previos a mi marcha a España por navidad para completar la segunda parte del viaje en el puente de la constitución.

Mezquita de los Omeyas


Tras despedirnos de Violeta, becaria de Amman, me quedé unos días en casa de Adri, la becaria de informática de Damasco. Allí pude aprovechar para empaparme de un país magnífico.


Murallas de la ciudad antigua

Pude perderme entre los zocos de la ciudad antigua, pasear sin rumbo por las estrechas calles de la parte no transitada de la ciudad antigua,  ir a uno de los mayores castillos de las cruzadas (Crack de los Caballeros) y descubrir un típico (y muy recomendable) hammam (baño árabe).



Crack de los Caballeros

También tuve la ocasion de comprobar de primera mano la devoción religiosa en la Mezquita de los Omeyas, una de las más importantes del mundo.

Zocos de la ciudad antigua


Me topé con una comida barata y exquisita, en cualquiera de sus variantes. También con otro ejemplo de cómo varias comunidades religiosas pueden convivir en aparente armonía.

Comida siria


Visité tanto ciudades modernas (Damasco) como otras más tradicionales (Homs): la modernidad frente a las raíces, el descubrimiento al turista frente a la novedad que supone el mismo... pero en cualquier caso gente magnífica.



Aun habiendo visto sólo una pequeña parte del país, se pueden sacar conclusiones. Siria es un país tradicional, abierto al exterior, con una gran gastronomía y con mucho que ofrecer. Siria es un país magnífico.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Puente de la constitución (parte 1): Líbano...

Saludos desde Túnez. Y digo desde Túnez porque con una antelación más que discutible me han avisado de que esta semana tocaba desplazamiento a la Oficina Comercial de Túnez. Desde el hotel, cansado de la paliza del día y muerto de frío (por la inexistente calefacción), os cuento la primera parte de lo que fue mi puente de la constitución: Líbano.



Tras volar a Damasco y reunirme con las becarias de informática de Damasco y COMEX de Amman, partimos camino a la capital: Beirut. El viaje lo hicimos por carretera en taxi, ya que ambas capitales están bastante cerca. Tras los consiguientes controles de frontera, nos plantamos en el hotel de la capital de un país que, para qué lo vamos a negar, últimamente ha aparecido en más de una noticia. Ya veremos que no es todo como lo pintan...

Centro de Beirut

Para comenzar a hacernos con la ciudad qué mejor que irse al centro... al centro comercial. Porque eso es lo que parece, la verdad. De todos es sabido la situación de tensión Israel-Líbano, lo cual condujo en su momento a la práctica destrucción del centro de Beirut. Pues bien: si por algo destacan los libaneses es por su afán de superación. Si te destruyen algo: volvamos a construirlo. Si vuelven a atacarlo, volvamos a levantarlo...  Fruto de esa filosofía está el nuevo centro, del cual sólo he de criticar una cosa: su artificialidad. Aunque es bastante accesible para pasear por el mismo, el aspecto de las fachadas y de las calles en general es demasiado de cartón piedra.

Proyecto zoco con su único edificio antiguo

El culmen se alcanza en el llamado "Proyecto Zocos", un supuesto zoco moderno que no es más que un centro comercial parcialmente al aire libre. No está nada mal, pero resulta chocante en una ciudad de Oriente Medio.

Contrastes

Y es que, a mi parecer, la ciudad es totalmente distinta a cualquiera de las de la zona. Es moderna, abierta de mente y, salvando las distancias, europea. Aquí la ley de franquicias permite que las empresas extranjeras se establezcan, tiene una universidad que imparte las clases en inglés, el consumo de alcohol está permitido y es algo normal. Todo esto es fruto de una gran diversidad cultural y de creencias religiosas, donde los musulmanes comparten su sitio con los cristianos, en armonía. Es aquí donde radica el auténtico espíritu del país, y no en las noticias de conflicto (no resuelto) entre israelíes y libaneses.

Trípoli libanés


 Aunque claro, todo esto centrándonos en Beirut. Pongamos como caso a otra ciudad como Trípoli (homónima libanesa de mi querida capital libia que, por supuesto, no podía dejar de visitar). Aquí la cosa cambia: la forma de vida occidental no está tan patente como en la capital, sus ciudadanos están menos acostumbrados al turismo, el porcentaje musulmán aumenta y, según las malas lenguas, el nivel de extremismo religioso también lo hace.


La ciudadela de Trípoli




Según el Ministerio de Asuntos Exteriores la zona se tacha como problemática, recomendando ser cuidadoso en su visita. Yo sólo puedo recomendar acercarse por la ciudad: sus gentes son amables, agradecidas con el turista. Se respirará un ambiente más auténtico y realista que en la capital. Las vistas desde la ciudadela de la ciudad ya habrán hecho que el viaje de aproximadamente 80 kilómetros haya merecido la pena.

Trípoli desde la ciudadela


Pero el país tiene otros puntos interesantes. Uno de ellos es un pequeño pueblo medieval llamado Biblos, bastante cerca de Beirut. En él se respirará un ambiente marinero (fue un importante puerto marítimo en su tiempo), tranquilo y antiguo, con una ruinas muy recomendables (romanas, fenicias, medievales...). Destaca por considerarse la cuna del alfabeto.

Zocos de Trípoli

Entre Biblos y Beirut hay una auténtica maravilla natural: las grutas de Jeita. Realmente impresionante y por ahora las mejores que he visto. Totalmente recomendable su visita. Una lástima que no estuvieran permitidas las fotos en el interior de las cuevas...

Haciendo el indio frente al castillo cruzado de Biblos

Conclusión del viaje: qué caro es Beirut, que gran mentalidad de país, que diferente es a sus países vecinos... y qué coño: cómo mola tener una camiseta del Hard Rock Beirut!

Niños tripolitanos pidiéndote una foto (momentos así marcan)