Los últimos días del pasado año, así como los nuevos del 2011, los pasé rodeado de buena gente en Estambul. Muestra de ello son las grandes fotos que pude hacer (y que acompañan la entrada). La ciudad pasa a estar en mi TOP3 de mejores ciudades del mundo, al menos del mundo visto por mis ojos. Una autentica pasada los aledaños del bósforo y del cuerno de oro, el
con Santa Sofia y la Mezquita Azul (ambas increíbles), las cisternas, las Islas de los Príncipes. Pero tampoco hay que dejar de lado su lado más festivalero, y es que la zona de Taksim estaba repleta de sitios con música en directo, con distintos tipos de música. Una ciudad muy viva, y más en nochevieja.
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Barcos de pescado con la Mezquita de Suleiman al fondo |
Recuerdos pasados. Recuerdos celestiales... que dan paso al horror. Y es que hoy, señoras y señores, me he cortado el pelo.
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Santa Sofía |
Antes de nada destacar que tal día como hoy se celebra el nacimiento del profeta Mahoma, y lo celebran por todo lo alto, con fuegos artificiales por todos los barrios (tirados en su mayor parte por los más jóvenes) y con dulces, bien dulces al gusto local. Pues qué mejor día para ir a acicalarse un poco que hoy. Hay amigos... no os llevéis a engaño: he descubierto las puertas del averno en la tierra.
Tras acceder al recinto llamado "peluquería", que por respeto (qué coño: ignorancia) no nombraré en árabe, me colocan la bata bien ajustada al cuello con una especie de goma. Tan bien ajustada que prácticamente no me deja respirar. La campanilla lucha desesperada por encontrar su lugar: por encima de la goma o por debajo. Y yo mientras intentado respirar.
"¿Cómo desea el corte de pelo, señorito?" - Todo en perfecto inglés. O no: allí no hablaba inglés ni perry. Intenta explicar cómo quieres que te corten el pelo por signos, y comprobarás que el desastre puede ser absoluto. Al peluquero se le ve sueltecillo y pilla al vuelo mi explicación. O eso, o me lo cortará como le salga de los mismísimos. Al fin y al cabo es lo que hacen todos los peluqueros del mundo, así que para qué ser hipócritas. Entra en faena chaval...
Empezamos bien, cortando con la máquina los laterales, cambiando el número para hacerlo escalonado... todo marcha! Venga, vamos a usar una cuchillita para perfilar un poco esos bordes. Ouch! Este tío parece que aprieta mucho. Y no sólo eso: parece que le gusta ensañarse con la misma zona y en múltiples y dolorosas direcciones.
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Mezquita Azul |
Mejor pasar a la zona superior. Tijerita de la buena, aquí no hay dolor, pero mucho "chas-chas" a lo Llongueras. Este tío es un proooofesional. Peligro: compruebo con pavor, a través de mi visión neblinosa fruto de estar sin gafas (así el impacto final del corte de pelo es mayor), como el señor peluquero vuelve a tomar posesión de la cuchilla. Diantres, me está afeitando los bordes del pelo en la sien. First time ever! Cuando ya comienza a perfilarme la patilla y una buena zona de barba ya no me hace tanta gracia: que duele cojones!
Diantres: con tantos sudores comienza a escocerme la frontera pelo-piel recientemente agredida por la herramienta afilada llamada jodida-cuchilla-asesina.
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Ortakoy: una de mis zonas favoritas |
Me tiro a la piscina: necesito un afeitado. Compruebo que todo el mundo se afeita, con su espumita suave. He de suponer que el dolor será prácticamente inexistente. JA! Es curioso: no se trata de espuma propiamente dicha, sino de una especie de crema que luego restrega con agua con el típico "mocho" de barbero, creando la tan deseada espuma de afeitar. Deseada y poco útil, ya que el dolor es, con diferencia, mucho mayor que el sentido al perfilar los bordes del pelo. Me agarro a la silla como buenamente puedo, rezando al dios que corresponda por que esta tortura termine pronto. Nada más lejos de la verdad: el peluquero, ahora convertido en barbero perverso, se esfuerza por crear su obra maestra. Así, reincide con alevosía en todas las zonas de mi blanca y debilucha piel.
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Cementerio musulman |
Parece que para. Deja la cuchilla en el mostrador. Esto está acabando... como venga con un bote de after shave alcoholizado alcanzo la cuchilla como un ninja y hago una locura. No: viene con una crema verdosa. Parece aloe vera. Al fin y al cabo tiene corazón.
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Palacio de Dolmabahçe |
Corazón... corazón es lo que le habría arrancado con mis propias manos si la neblina ocular no me impidiera emplazar al barbero en la peluquería! La crema parece molestar tras su aplicación en la zona de la barba, pero al cabo de un par de minutos aquello parece el jodido núcleo del planeta tierra. Lloro, y lo hago por dentro. No puedo mostrar mi debilidad, no por esto, pero la grotesca posición de mi cuerpo y mis manos me delata. Intento perder el conocimiento pero no lo consigo. Parece que el dolor va aminorando...
Pero llegamos ahora al gran número final, los fuegos artificiales. La marcarilla. Aquí las peluquerías de hombres parecen salones de belleza (las de mujeres están totalmente tapadas, no vaya a ser que se vea una cabellera fuera de lugar), y la exfoliación de los poros es su tratamiento estrella. Disponen por toda la cara una crema que huele bien... y enchufan una máquina de vapor para hacerte sudar. No pinta mal: piel culito de bebé. Soy un tío facilón y, aun a pesar de la tortura vivida, consigue convencerme con cuatro bonitas (y árabes) palabras y simular quitarme espinillas.
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Estambul de noche. De izq a dch: Santa Sofía, Mezquita Azul y Mezquita Nueva |
Pero antes de llegar al último paso hay que atravesar la temida zona de la depilación egipcia, y de ésta sí que tenía referencias. Sólo tenéis que buscar "depilación egipcia hilo" en youtube para más referencia, y no es más que sufrir la presencia de un hilo pillando los más minúsculos pelitos que rodean los aledaños de los ojos, la nariz y las orejas. Dolor, dolor miniaturizado en pequeños hilos asesinos. La postura de mis manos eran fieles testigos, de nuevo, de la tortura por la que estaba pasando. Por suerte acaba pronto.
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Aledaños del Mercado de las Especias |
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Galata Tower |
Y volvemos al tema de los vapores. Vapores calientes. El peluquero, con su mejor intención, me protegió los ojos con papeles mojados. Pero su buen hacer termina aquí porque, aunque no puedo demostrarlo, me sitúa el aparato de vapor a escasos centímetros de mis ojos. En un brevísimo lapso de tiempo siento como los ojos comienzan a calentarse preocupantemente... intento escapar del chorro de vapor moviendo la cabeza, pero el peluquero con su jodida buena intención, me mueve el chorro para enfocarlo a mi cara. Comiendo a culebrear en la silla como en una pesadilla, y el monstruo es el jodido peluquero. Me escuecen los ojos.
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Una de las Islas de los Príncipes |
Y llego al paraíso: me retiran el aparato de la cara. Soy feliz por momentos... parece que todo ha acabado. Me quita la mascarilla con papeles y... un momento: "¿es eso un bote abriéndose?" No, ya basta. Ganas de correr en aumento. Pero la profesionalidad del peluquero entra en escena, y en un ágil movimiento alcanza mi cara con la crema. Está fresquita y tiene, joder... tiene arena!! Eso debe ser la exfoliación. Pero ahora ya no es molesto... da hasta gustico. Y mira que el señor profesional intenta joderme de nuevo apretando como si no hubiera mañana: no amigo, llegas tarde. La tortura ya ha pasado...
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Monasterio en una de las Islas de los Príncipes (pedazo caminata para que esté cerrado!) |
Por fin podré ir al gimnasio como era mi intención hace una hora... pero, de nuevo, ni hablar. Me echa una cosa con olor a cola de pegar alrededor de los ojos. En serio: estaba totalmente desesperado. ¿Ahora qué? ¿Qué te queda? ¿Me vas a arrancar las cejas de un tirón? Prometo mentir y decirte que la exfoliación me ha dolido, pero déjame ya! Me pone unos papeles sobre la crema y noto cómo me tira la piel por si sola. Mooola. Pero no amigo: no pienso agradecértelo. Ya te odio desde largo tiempo atrás.
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Postre otomano hecho de avena y otros cereales, con mil ingredientes por encima. |
Lavado de cara, de pelo... y resultado final. Me pone gomina, la peina (WTF) y me da las gafas. Resultado: dos horas y media en las que sólo iba a cortarme el pelo y, de rebote soy... Cristiano Ronaldo. O al menos un Cristiano engominado a tope y con la piel suave y dolorida.
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Camino de las Islas de los Príncipes |
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Torre de Bursa |
A las horas compruebo como la piel de la barba se me irrita, y ahora la tengo llena de granitos rojos.
Nunca mais: odio a los peluqueros libios. Los odio a muerte. ¿Y sabéis qué es lo peor? Ésta es la segunda vez que me pasa... los hay idiotas y luego, bien alto en el podium, estoy yo.
ACTUALIZO: por petición popular pongo el resultado del corte de pelo..
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Imagen realista del resultado final (del anterior corte de pelo) |
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Resultado actual tras ducharme y ponerlo a mi manera
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